jueves, 26 de marzo de 2020

EL Abuelo Cacomixtle y los rebozos

Alto y elegante, portando con elegancia su traje de charro, su sombrero que lo hacía ver todavía más delgado y de mayor estatura; así lo veo en mi imaginación, lo recuerdo con un saco con botonaduras de hueso y de gamuza, ¡cómo me gustaba verlo!

Ahora, revisando carpetas, escritos, recuerdos de mi Abuelo, viene a mi memoria que, si bien, era un hombre callado de mirada triste, poseía un humor muy peculiar, del cual puedo decir, yo era beneficiaria innegociable.


Don José Ramón, el Abuelo Cacomixtle, escribía sobre un montón de cosas, ¡todas! relacionadas con la vida en la Hacienda de Santa Isabel, en la ciudad de Toluca, siempre evocando ese pasado que no dudo, representaba la plenitud de lo que él hubiera querido ser y no fue posible.

Afirmo sin duda alguna, que fue mi Abuelito quien me inculcó el amor y fascinación por la historia, por las tradiciones y costumbres de nuestro México. Agradezco que me haya enseñado a amar a cada personaje que constituye nuestra esencia, cada aspecto que nos marca como depositarios y depositarias de una historia y de una cultura incommensurable.

He decidido, ir compartiendo pequeñas historias y anécdotas escritas por el Abuelo Cacomixtle; en lugar de ser parte de un sólo conjunto de escritos, iré tomando un poco al azar, eso sí, viajaremos en el tiempo e iremos de Santa Isabel a Toluca.

Poseo algunos rebozos, ¡me encantan! Son ese tipo de prendas que, como dice mi amiga Laura, te abrazan, te cubren de amor y bienestar. Entonces, en esta entrada, transcribo (lo más parecido posible) una recopilación guardad por mi Abuelito acerca de los tipos de rebozos que existen.

"Algunos de los diversos nombres que se le dan al rebozo"
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CUAPAXTLE.- (Del mexicano, cuahutli, árbol; paxtli, musgo: musgo de los árboles (especialmente del encino).

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COYOTE.- Este es un rebozo hecho exclusivamente de lana café natural (sin teñir). Esta prenda es un poco más corta que el rebozo común, y sus puntas no son tan vistosas ni complicadas; son como los flecos del sarape.

Hay la creencia (no sé hasta qué punto sea verdad) de que la lana café es más calientita que la blanca, y que la negra es fría. Por esta razón hacían esos rebozos -que también llaman chalecitos con lana café natural, la que tiene un color semejante al color del pelo del coyote, y de allí el nombre. Estos rebozos o chalecitos los usaban, generalmente, las personas de edad, como abrigo.

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MOTEADO.- Se le da este nombre al rebozo, generalmente de color azul, que tiene muchos puntitos blancos, semejando un cielo estrellado.

Toma el nombre, porque antes de teñir los hilos, los atan, de tramo en tramo, con pequeñas motas de hilo, y cuando meten los hilos a la tinta, el lugar donde está atada la mota, no se tiñe y luego, al hacer el tejido, queda salpicado de esos pequeños puntos blancos que semejan motas.

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DE BOLITA.- Para la fabricación de estos rebozos se emplea el "hilo de bolita", es decir, aquel que no está enredado en carrete, sino en pequeñas bolas. Este hilo es muy fino y, por eso, el rebozo que con él se fabrica se le puede hacer pasar, con relativa facilidad, por el ruedo de un anillo.

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Al rebozo se le dan distintos nombre, según el color con que está hecho; por ejemplo: a un rebozo de color amarillo pálido, se le dice CANARIO. En el que domina el verde se le denomina COTORRITO (hay que hacer notar que no se le dice cotorro o perico, sino que se le da el nombre afectivo de COTORRITO.

Si el rebozo es verde con puntos negros, se le nombra cariñosamente CATARINITA, por la semejanza que tienen con esos colores, a los del pequeño coleóptero de ese nombre.

El rebozo negro con adornos amarillos toma el nombre de CALANDRIO, así como al café muy claro se le dice TORTOLITO por el parecido que tiene con el color de la tórtola. Al de color rojo ser le llama CARDENAL.

Por último, al rebozo blanco se le llama PALOMO, así como al azul uniforme (sin motas ni adornos) se le dice REBOZO PICHÓN.

Estos nombres se aplican al rebozo típico, hecho de hilo de algodón o lana; los de seda son "otro cantar".

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También se le dan al rebozo diversos nombre, según el adorno que llevan; por ejemplo: de grecas, de cuadros, de flores, de lunares y así sucesivamente.

También se les da el nombre del lugar donde se fabricaron; v.g.: -de Tenancingo, de Santa María, Chilapeño, etc.

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Imagino que este texto fue escrito para presentar en la Sociedad Folklórica de México a la cual, el Abuelo Cacomixtle pertenecía con gran orgullo. Yo tengo un rebozo de bolita naranja con negro, uno verde como un perico, otro de grecas blancas sobre fondo blanco, dos pequeños con grecas, uno azul con grecas negras y algunos más, cada uno es especial, tienen amor, tradición, orgullo, amor de Abuelo.

Imagino también que de él heredo el orgullo de portar rebozos, cuando los uso, de alguna manera, siempre está presente. Segura estoy que si me ve desde algún lugar, sonríe con su dulce mirada y se siente orgulloso (aunque sea un poquito) de su nieta la
Cacomixtle Lucero.

martes, 10 de marzo de 2020

Mi abuelo José Ramón, mi Abuelo Cacomixtle


A mi madre Luz María y a mi tío José Ramón.


Quizá de mi infancia, uno de los mejores recuerdos que conservo, es de mi Abuelo José Ramón. Un caballero de triste figura, alto, enjuto, de enormes ojos y barba, elegante de manera natural; de movimientos suaves pero firmes, de mirada y sonrisa dulce cuando tomaba mi mano y jugaba conmigo, cuando me contaba historias, cuando me mostraba fotos. Gracias por el regalo de la historia.


Viajar de Irapuato a la Cd. de México, era tedioso, aunque la recompensa era correr a saludar al Abuelito y saber que siempre, siempre, habría una adivinanza, una historia, una imagen, un dibujo que compartir con su Lucerito.

Cuenta mi mamá que la primera persona que fue a visitarme después de haber nacido, fue él; el primer regalo también fue de él, una pequeña muñeca que aun conservo a la cual llamé "Martita". Dice mi madre que cuando me tuvo en sus brazos, pasó horas y horas observándome y cierta estoy, me amo profundamente, con la ternura de ese hombre sencillo, de paso firme y aire elegante.

Entre semana, mi Abuelito usaba su traje formal para ir a trabajar, siempre usando un sombrero que era intocable al igual que su barba. Me gustaba ver caminar a mi Abuelo tocado de su sombrero, peinada su barba entre blanca y amarillenta de toda una vida de fumador, siempre con el inseparable libro y libreta donde escribía y/o dibujaba 
todo el tiempo bajo su brazo.

Casi todos los domingos se iba de "charreada" para ello usaba traje de faena o de gala, ¡con los dos se veía magnífico! siempre lo portó con orgullo y elegancia, con caballerosidad y sencillez a la vez. Ser charro, para él, fue una forma de vida. Hasta ya entrado en años, realizaba el paso de la muerte con maestría. Enojaba en serio cuando se confundía el adorado traje de charro con el de mariachi.

Fue un defensor de la charrería con profundo conocimiento de causa, era experto en caballos, escribió sobre ambos temas siempre dando lugar a la tradición, a las costumbres, a los recuerdos de aquella Hacienda de Santa Isabel, ahí donde pasó su infancia.

Creo que nunca salió de ahí, era capaz de contar una historia, una anécdota, de hacer una descripción detallada de los habitantes de Santa Isabel y de todos y cada uno de sus rincones. 

Fue folklorista, defensor también de los usos y costumbres que definen la esencia de nuestro país, amó a profundamente sus orígenes y la tierra donde creció; amó profundamente a mi Abuela, a mi mamá y a mi tío. Amó la charrería, escribir acerca de la misma, amó a los caballos, amo a Santa Isable y me amó a mi. Por años publicó en periódicos y revistas sus escritos; publicó dos libros, uno en vida y uno póstumo. Hizo para mi una colección de adivinanzas, ¡más de 500!

Inicio este blog contando un poco de él, el fin del mismo, es compartir algunos de sus escritos, su visión particular, costumbrista del mundo que le tocó vivir, que no escoger, el campo fue su sino; la ciudad su escritorio.

Ayer estuve acomodando un baúl donde, entre otras cosas, guardo algunos de sus manuscritos, transcripciones a máquina, dibujos y fotos, viejas y borrosas fotos que dan fe de lo que cuenta el Abuelo Cacomixtle.

Yo era su pequeña cacomixtle, su Lucerito por eso este blog tiene, en honor de esa persona que me obsequió su amor y cuidados tanto como le fue posible. Es un honor escribir y transcribir algunos de los escritos del Abuelo Cacomixtle.

Comenzaré con los sonetos "Musa Campirana", cada entrada será un soneto escrito por él, por Don José Ramón Ballesteros Sánchez, hijo, hermano, esposo, padre, abuelo. Hoy comparto la introducción, espero nos acompañen en este recorrido de vida y recuerdos. Transcribo fielmente.




Musa Campirana
Sonetos

Introducción

Queridos lectores:

En este trabajo que intitulo "Musa Campirana", deseo describir con la belleza de la prosa, algunos aspectos interesantes de la campiña mexicana y tipos y circunstancias folklóricas, en particular del Estado de México.

Con el poder magnífico de la imaginación y vuestra fantasía, trataré de conduciros fraternalmente hasta la vieja hacienda de Santa Isabel, donde, literalmente, os invito a pasar una corta temporada, para disfrutar del tranquilo encanto de la Naturaleza y admirar algunas actividades que en distintas épocas del año -hace más de tres décadas (entre 1945 y 1953)- se efectuaban durante las labores en el campo del Valle de Toluca.

La descripción que de las tradiciones pretendo hacer en prosa costumbrista, he querido engalanarla con el manto regio de la poesía, por lo que encontrareis en "Musa Campirana", después de cada explicación previa, un soneto que pretende idealizar la arcilla de mis versos, en el oro magnífico del arte.

Por todo lo anterior, antes de entrar en materia, quiero haceros una advertencia, ofreceros los "Ecos de mi lira" y desearos que goceis de la felicidad del campo. Si logro esa meta, habré sido objeto de vuestra generosa indulgencia como lectores y como críticos.